Quienes me conocéis un poco sabéis de mi interés constante por promover la vida de barrio. Me siento una persona muy arraigada a las calles que me rodean. He arrastrado a mi pareja a mi territorio y le he convertido en un barriero más. Me gusta decir que soy de Horta mucho más que de Barcelona porque siento este barrio como un pueblo. Compro en tiendas cercanas, asisto a sus fiestas, he establecido mi vida aquí y nunca me planteé marchar, pese a la burbuja del alquiler. Atraigo a mis amigos a mi zona, hago planes por aquí. Conozco a panaderas y cajeras, a camareros y al cartero. Me siento segura e intento ser conciliadora cuando me tropiezo con alguna situación desagradable, porque estas calles no son perfectas. Por eso me duele el incivismo, y el ruido. Pero mucho más que se atribuya a esta ciudad todo el mal del mundo. Hago bromas y sarcasmos para enfrentarme a la oleada de noticias sobre el infierno en que supuestamente se ha convertido Barcelona. Pero en el fondo me hace daño de verdad que se intente menospreciar este lugar y se invente y se promueva una situación que no es Mordor por sistema. Barcelona, Horta y el lugar donde vives tú no son perfectos. Pero son nuestra casa, nuestro reducto y lugares del planeta donde hemos decidido echar raíces. Nos rodea gente de mierda pero también fantásticos vecinos, personas con sus cosas malas y buenas, compañeros y familia. No sé dónde estaré mañana pero sé que aunque vuelva de un paraíso de vacaciones intachables en el Caribe, al llegar a la Ronda de Dalt, estoy ya en mi casa.
Publicado por Pamela Espigares Jiménez
Pamela Espigares Jiménez (Barcelona, 1980) es Licenciada en Periodismo por la Universitat Ramon Llull de Barcelona. Es escritora, asesora de comunicación y responsable de medios digitales en la editorial Ceiarsis. Ha publicado "Sincericidio", su primera novela, en 2018, con Suburbia Ediciones. Ver todas las entradas de Pamela Espigares Jiménez